No sería errado afirmar que Byung-Chul Han es uno de los pensadores demarca la tendencia filosófica popular propia del Siglo XXI. Existen otras personalidades, como Giorgio Agamben, Mark Fisher y otros tantos, pero el surcoreano explora de manera prolífica diferentes –y a veces rediscursiva– diferentes problemáticas sincrónicas: en los tiempos que corren, y sobre los tiempos que corren.
La idea de ritual resulta siempre llamativa. ¿Qué entendemos por esta categoría? ¿Toda acción repetitiva es un ritual? ¿Una acción sublimada a la cotidianeidad puede pensarse como ritual? O, por el contrario, ¿acaso los rituales emergen como momentos específicos que se ubican por fuera de dicho ámbito? Una cosa es segura: preguntarse por la esencia de los rituales, por su especificidad, es también preguntarse por el tiempo. Han afirma:
“El tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable. Los rituales dan estabilidad a la vida […] gracias a su mismidad, a su repetición. Hacen que la vida sea duradera” (14).
En otras palabras, los rituales nos dan algo que esperar, le dan durabilidad a una vida posmoderna, acelerada, que se encuentra permeada por la inmediatez y la concatenación consumista. Sobre su carácter esencial, dice:
“Los ritos son acciones simbólicas. Transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad. Generan una comunidad sin comunicación, mientras que lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad. De los rituales es constitutiva la percepción simbólica” (11).
Tiempo y percepción. Comunidad e individuo. A estos caracteres se reduce la propiedad de lo ritual desde el lugar en el que explora Han. Ahora bien, es interesante otra de las características de lo ritualístico: la contemplación. El autor se pronuncia sobre eso en un pasaje breve: “Incluso la percepción es hoy incapaz de clausurar nada pues se apresura de una sensación a la siguiente. Solo un demorarse contemplativo es capaz de clausurar. Cerrar los ojos es un símbolo de clausura contemplativa” (41).
¿En qué rituales pensamos cuando pensamos en rituales? El ritual de la contemplación es en el que quiero detenerme: pequeños rituales internos, íntimos que generamos desde la repetición y la decisión. No me refiero aquí a cierta idea de rito en la que el tiempo se detiene a partir de un evento comunitario, programado; el ritual de la contemplación implica un estado de lucidez y autoconciencia que puede estar acompañado por acciones breves: hacer un café, observar los árboles por la ventana, darle vueltas al anillo de tu dedo. En casos característicos, el ritual de la contemplación se ubica en la frontera entre el individuo y el otro; no hay que pensarlo en términos de comunidad, pues tiene su génesis en la individualidad del siglo corriente. Es la primera estocada. El ritual de la contemplación, desde una calma dinámica, una proyección empática, es una pequeña forma de rebelión.
Han, Byung-Chul. La desaparición de los rituales.